Omas-Tres Cruces-Huampara y Otros Destinos

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ABRA «TRES CRUCES», 3750 msnm – RODANDO LA VIDA A BORDO DE UN PEDAL…

1ER DÍA (JUEVES 2 DE ABRIL 2015): LIMA-ASIA-COAYLLO-OMAS, 140Km, 15 horas de viaje.

Llegamos a Omas cerca de las 10 de la noche. Los 35 Km de trocha carrozable desde Coayllo a Omas se hicieron interminables, sobre todo porque antes tuvimos que sortear 115Km de la Panamericana Sur. En la carretera, dos accidentes nos salieron al paso, primero, Marlon choca con un automóvil estacionado en la pista auxiliar, lo cual le produjo un ligero corte en el pómulo derecho y raspones en la pierna, recibió los primeros auxilios y decidió continuar con la ruta. Más tarde, en Chilca, Renato no se percata de un automóvil estacionado en la vía auxiliar y se estrella contra el cristal posterior, lo cual se produce cortes en la nariz y el mentón, fue auxiliado por la Policía y conducido a un centro de salud de Chilca, sus heridas no fueron de consideración; su amigo Carlos lo acompañó de regreso a casa.
La ruta a Omas fue como la antesala de lo que sería después una de las aventuras más grandes de nuestras vidas. Dieciséis cicloviajeros, rodando de noche, en busca de Sueños a bordo de una bicicleta. Aún recuerdo los centros poblados de Yesera y Cata, cuyas bodegas sirvieron de refugio temporal para aplacar el hambre de tragaldabas que llevábamos a cuestas, en Cata bebimos incluso el mejor café del mundo, sin nada que envidiar al mejor Starbucks de Lima. Las dueñas de las bodegas fueron tan amables que hasta nos permitieron recargar las pilas de nuestros celulares.
Mientras que Omas parecía distante y ajena, el desborde de un río quiso impedirnos el paso, pero nada iba a detenernos, tras cruzar a tientas hacia la otra orilla pudimos apurar pedales hacia las entrañas de la provincia de Yauyos.
Aproximadamente a las 10pm llegamos a Omas (1550msnm), allí conocimos a César, un chef chiclayano quien junto a su esposa administraba el restaurante más importante del pueblo, nos atendió de maravilla. El gerente municipal de Omas tuvo la gentileza de ofrecernos un centro deportivo donde pudimos pasar la noche, allí levantamos el campamento.

2DO DÍA (VIERNES 3 DE ABRIL 2015): OMAS-SAN PEDRO DE PILAS-TRES CRUCES-HUAMPARA, 45Km, 12 horas de viaje.

A las 9am dejamos Omas, luego de haber desayunado en el restaurante de César. Esta ruta fue un verdadero vía crucis, la distancia era corta pero la pendiente era extrema, había que trepar hasta el Abra Tres Cruces, ubicada a 3750msnm. La primera etapa: “Omas-Pilas”, estuvo auspiciada por el verde follaje y la abundante riqueza hídrica de una serranía esteparia que se mostraba oronda, fértil y hermosa; no obstante, el rigor de la ruta fue diezmando los cuerpos de quienes habíamos dormido en el suelo la noche anterior. En San Pedro de Pilas, literalmente tomamos por asalto la bodega del pueblo, irrumpimos con tanta hambre que no pudimos evitar servimos de todo como si estuviéramos en nuestra propia casa; el dueño apenas pudo reparar en cuantas gelatinas, gaseosas y plátanos habíamos consumido, pero ninguno hizo trafa, cada quien pagó lo consumido. Luego, él mismo nos preparó la comida en su restaurante, la trucha estuvo a la orden del día. En Pilas, nuestro amigo Phill decidió quedarse a pernoctar para continuar el viaje al otro día.

Eran las 2pm cuando dejamos San Pedro de Pilas y enrumbamos pedales hacia el Abra Tres Cruces. Esa trepada fue atroz, interminable y destructiva, quiso doblegarnos una y mil veces pero jamás lo logró. El verdor del paisaje fue cediéndole paso a los insondables precipicios andinos, que luego se fueron perdiendo en un espectáculo de nubes blancas que parecían besar nuestras ruedas y que de pronto se disponían curiosamente en el rojizo horizonte donde el Sol parecía morirse en lontananza.

Llegando a Tres Cruces, las cumbres de las montañas se alinean de manera antojadiza, mientras que el Sol, ya casi sin fuerzas, se impone como una enorme lámpara roja y el arpegio del silencio, apenas alterado por el viento, da paso a la extraña sensación de sentirte una criatura tan pequeña en el universo de las cosas.

Hacia el lado Noreste de Tres Cruces, el paisaje era aún más hermoso, los glaciares de los nevados aún podían divisarse en la soledad infinita del día que se fue disolviendo tristemente bajo el crespón de la noche. A las 6.30pm llegamos a Tres Cruces, a estas alturas del viaje nuestra amiga Susan, que había entregado el alma en las montañas, sufrió una descompensación que la hizo bajarse de la bici, inmediatamente fue auxiliada por el grupo y conducida prontamente a Huampara, donde se repuso satisfactoriamente. A las 9pm todos los cicloviajeros ya estábamos en la plaza principal de Huampara (2400msnm). La señora Isabel, enfermera de la Posta Médica, nos prestó generosamente un espacio de su casa para pasar la noche, también nos proporcionó tres colchones y guardó nuestras bicicletas en su corral. Una parte del grupo fue a dormir al restaurante donde cenamos aquella noche. En Huampara hacía más frío que en Omas, dormir a la intemperie hubiera sido mortal. Esa noche en Huampara aprendimos que lo más importante es tener un lugar donde dormir y que lejos del confort el espacio más sencillo se convierte en un Palacio, sobre todo cuando alguien te lo da con cariño y sin esperar nada a cambio.

 

3ER DÍA (SÁBADO 4 DE ABRIL 2015): HUAMPARA-QUINCHES-COCHAS-VISCAS-CALANGO-MALA, 135K, 16 horas de viaje.

A las 8am dejamos Huampara, antes de esto en la plaza mayor una profesora de nombre Maribel se mostró muy entusiasmada con nuestra presencia, incluso nos tomó varias fotografías y nos habló muy orgullosa de su pueblo. Luego un señor de nombre Narciso nos obsequió una bolsa con cancha y queso que más tarde sería degustada en el almuerzo de Quinches. A estas alturas de la ruta ya estábamos exhaustos, pero aún había corazón para cumplir el objetivo, la salida de Huampara se anunciaba con una trepada que sacó a relucir nuestra alma viajera, porque a pesar de los achaques que nos dejara la noche anterior, nuestro cuerpo volvió a activarse cuando los pedales volvieron a girar. Así nos fuimos rodando cuesta arriba, mimetizándonos con ese paisaje de ensueño que parecía sacado de un libro de poesía. Veintidós kilómetros más arriba nos encontramos con la ciudad de Quinches (2900msnm), todo parecía indicar que desde aquí vendría un descenso de locura, pero eso es otra historia. En Quinches la gente fue muy amable con nosotros, a nuestra llegada nos invitaron gaseosas y se interesaron rápidamente por nuestro viaje. Don César y compañía nos invitaron a su fiesta del mes de Julio, nos entrevistaron, nos filmaron, nos fotografiaron y nos llevaron al mejor restaurante del Pueblo (La Retama) para comer extraordinariamente bien. Tan bien nos atendieron en Quinches que nos quedamos un buen rato, a tal punto que nos dieron las 1.30pm y nos sorprendió la lluvia, a lo cual emprendimos la fuga inmediatamente. El descenso desde Quinches fue largo y agotador, con frío, lluvia, barro, algunas caídas y un huayco que tuvimos que sortear a la altura de Viscas. Al descender de Quinches, el día se volvió gris para siempre, la neblina empezó a cubrirlo todo y la lluvia comenzó a hacer estrago en nuestras vidas; sin embargo, no había tiempo para lamentarse ni para evaluar otras alternativas, lo único que teníamos que hacer era pedalear y descender lo más rápido posible hasta que la tempestad pase. La gran sorpresa fue que no todo era descenso, más bien era un “falso descenso”, pues cada cierto tramo aparecían unas trepadas que te borraban la alegría del rostro, pues a estas alturas de la ruta ya todos queríamos estar en Mala celebrando la victoria. Las horas transcurrían y el día se iba agotando mientras que el falso descenso continuaba maltratando nuestros cuerpos. Pasando Viscas, un huayco nos sale al encuentro, el caudal venía con lodo y la corriente era más o menos respetable, había que cruzar de todas formas, ya que nadie estaba dispuesto a pernoctar en aquella zona insegura y así lo hicimos, cruzamos el cauce con los zapatos puestos y todos salimos ilesos de tamaña osadía. In situ retomamos el viaje, pues aún faltaban como 60Km para llegar a Mala y la noche ya se estaba asomando. Lo demás fue casi un calvario, nuevas trepadas, dolores musculares, caídas, más lluvia y oscuridad total, pero aun así seguimos rodando en las tinieblas y contra todo pronóstico llegamos a encontrar el asfalto que nos condujo a Calango y Mala.
A las 11 de la noche llegamos a Mala, fuimos a reponer energías y luego a pernoctar en el terminal de buses hasta que saliera el primer carro del domingo. Algunos optaron por ir a dormir a un hotel, sin embargo nuestro compañero Jesús enrumbó pedales a Lima completando la ruta satisfactoriamente.
Horas después supimos que Phill descendió de Quinches en similares condiciones, pero se le hizo de noche y decidió pernoctar en Viscas el día sábado. El domingo continuó descendiendo, cruzó el huayco, llegó a Mala cerca de la 1pm y siguió rodando hasta Lima cubriendo una ruta de aproximadamente 400Km.

 

En total 20 ciclistas se enrolaron en esta ruta, por motivo del accidente Renato y Carlos se quedaron en Chilca, posteriormente Rafael se quedó en Coayllo y finalmente cuatro ciclistas se quedaron en Omas.

Los trece ciclistas que completaron la ruta fueron:

César Morales, Jesús Sucapuca, Johan Valdez, Jonathan Camacho, Jorge Castañeda, Susan Espinoza, Yrvin Zacarías, Julio Merino, Lener Espinoza, Marlon Santos, Phill Bennie, Piero Reyes y Dúbert Díaz.

En nombre de RodandoPerú quiero agradecer a todos los ciclistas que se enrolaron en esta aventura, hecha sólo para locos y aventureros con ganas de volar.

Otro reconocimiento para nuestro amigo Piero Reyes (club Lima Bike), quien con su experiencia y conocimiento del camino tuvo la gentileza de guiarnos por la tierra de sus ancestros.

¡La Bicicleta y el Perú nos Inspiran!

 

Atentamente.

Dúbert Díaz Ramírez.
Club de ciclismo RodandoPerú.

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